Me gustaría en estas fechas tan señaladas desearos a todos vosotros y a vuestras familias y allegados un tiempo muy feliz de Navidad y un venturoso año nuevo.
Al acabar un año es necesario hacer balance y descubrir que cosas han funcionado y las que han fallado para enfocarlas de otra manera y mejorarlas. Es mi intención trabajar de esta manera para que este blog crezca y se desarrolle de la manera más armónica posible, por lo que nos anuncio que a partir del próximo año se realizarán algunas modificaciones y esperaré ilusionado vuestros comentarios al respecto.
Creo que este es un buen tiempo para realizar una revisión de introspección personal para evaluar cómo nos hallamos interiormente y en relación a nuestro entorno y quehacer profesional.
Me imagino que muchos de vosotros habréis asistido a comidas o cenas con los compañeros de trabajo de vuestros hospitales, centros de salud o instituciones varias en un ambiente festivo y de compañerismo, pero a veces me pregunto si realmente ahondamos en lo que verdaderamente significa la Navidad, que no es otra cosa que celebrar que hace más de dos mil años nació en una perdida aldea de Palestina un niño que más tarde llegó a ser el Salvador del mundo. Y esta es la gran noticia, que ese niño, al que recordamos en su nacimiento, dio su vida por amor a cada uno de nosotros para que podamos tener una auténtica relación con Dios y vivir de forma completa como seres humanos. No celebramos cualquier cosa; es un tiempo en familia, con regalos y sonrisas pero es mucho más que eso, recordamos que Dios se hizo hombre y nos ha visitado porque por encima de todo nos ama. Espero que no olvidéis que éste es el sencillo pero impresionante mensaje de la Navidad.
Desearos para este nuevo año que comienza nuevas fuerzas y ánimo en el trabajo cotidiano, que sigáis realizando vuestra labor como enfermeras con tanta dedicación, cariño y profesionalidad como lo hacéis habitualmente y que crezcáis personal y profesionalmente.