Vivimos tiempos convulsos; no hace falta que más que echar un vistazo a cualquier medio de comunicación para vislumbrar noticias acerca de la crisis, las cifras macroeconómicas, el paro, los recortes en educación y sanidad, en servicios sociales, violencia de género… y otras acerca de la corrupción, la violencia, el terrorismo, las desigualdades sociales, los conflictos laborales, la reforma laboral y fiscal. la subida de impuestos, el problema de las hipotecas,la inmigración ilegal, la salida de nuestro país de miles de nuestros compatriotas en busca de trabajo en otros lugares… tantos asuntos que se podrían llenar páginas únicamente enumerando los problemas.
No pretendo ser catastrofísta, pero nuestro presente y futuro no parece ser muy halagüeño. Estamos en un periodo de crisis, pero no sólo de aspecto económico, sino más bien de identidad de nuestra sociedad. Me pregunto a veces ¿sabemos adonde vamos y lo que deseamos conseguir como sociedad? El problema principal que creo urge abordar es cuales son los principios y valores que deseamos que sean la columna vertebral de nuestro entramado social. ¿Estamos asentando nuestro futuro únicamente en bases económicas, en un desarrollo y crecimiento que quizá sean ilusorios? Y donde dejamos los valores de la dignidad humana, de la honestidad, de la búsqueda del bien común, de la igualdad….
Me pregunto si como ciudadanos no estamos un tanto a-nestesiados y buscando sólo lo propio y dejando en manos de otros aquello que como colectividad deberíamos estar ejerciendo. Tiempo de crisis, pero también tiempo de oportunidades, tiempo para reflexionar, para poner mejores bases, para empaparnos de valores profundos que impacten y florezcan en nuestra sociedad y en el legado que vamos a dejar a nuestros hijos,
No quiero extenderme más, cada cual y a modo de reflexión creo que debiera plantearse estas y otras cuestiones y tras ello pasar a la acción.
Leyendo el último número de la revista Acontecimiento (editada por el Instituto Emmanuel Mounier) me he topado con un artículo de Luis Enrique Hernández que os reproduzco a continuación para fomentar un poco este sentido de reflexión.
CUANDO LA CARIDAD SUSTITUYE A LA JUSTICIA
Buen artículo, me parece que la solución está en comenzar por nosotros mismos, mejorar nuestra actitud y el entusiasmo por actuar de acuerdo a valores de preocupación social. Luego pensar en la educación de los niños y jóvenes.